Recrear cinematográficamente la obra de
Eduardo Kingman, en su momento, dejo de ser un reto para convertirse en una
tarea placentera y aleccionadora. Luego de 24 años continúa siendo una
gratificante experiencia, que brindó como resultado el testimonio de la
coherente relación entre su propuesta plástica, su pensamiento y forma de vida,
que continuará proyectándose en el tiempo al tener como nuevo público a las personas sordas.
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